martes, 13 de noviembre de 2018

Analisis Literario "Novela Cipotes"



Analisis Literario
Novela Cipotes
Ramón Amaya Amador

Bibliografia

Ramón Amaya Amador nació en el municipio de Olanchito, Yoro, el 29 de abril de 1916, siendo sus padres Isabel Amaya y Guillermo R. Amador. Falleciendo trágicamente en Checoslovaquia en 1966, dejando a su paso una estela de obras publicadas e inéditas.

Después de trabajar como peón en los campos bananeros de la costa norte inició su carrera de cuentista y su narración “La noche buena del campeño Juan Blas” salió a luz pública en el número 15 de la revista ANC, órgano de la Asociación Nacional de Cronistas, editada en Tegucigalpa y correspondiente al 31 de diciembre de 1939.
Ramón Amaya Amador, narrador y periodista, es uno de los más prolíficos escritores del país y quien tiene más obras publicadas: Prisión Verde, Amanecer, El Señor de la Sierra, Los brujos de Ilamatepeque, Constructores, Destacamento Rojo, Operación Gorila, Cipotes, Con la misma herradura, Bajo el signo de la paz, El camino de mayo, Jacinta Peralta, Cuentos Completos y Biografía de un machete permaneciendo inéditos casi veinte libros más.

Ramón Amaya Amador inició su vida periodística en 1941 como redactor, primero, y como jefe de redacción, después, del periódico El Atlántico, de La Ceiba, fundado y dirigido por Ángel Moya Posas. Posteriormente, el 8 de octubre de 1943, Ramón Amaya Amador fundó en Olanchito, con Dionisio Romero Narváez, el semanario Alerta, contando con la valiosa colaboración de su compañero Pablo Magín Romero. El escritor abandonó su patria en 1944 debido a la persecución del cariato, radicándose en Guatemala, en donde trabajó como editorialista de Nuestro Diario, durante el régimen democrático del doctor Juan José Arévalo, entregando también sus colaboraciones al Diario de Centro América, El Popular Progresista y Mediodía. A la caída del gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán, nuestro compatriota se asiló en la sede de la Embajada Argentina, viajando a aquella nación del sur. En Buenos Aires laboró en la editorial “Ariel” y en Sarmiento, un periódico de educación popular, editado en la ciudad de Córdoba.

El 19 de mayo de 1957, Ramón Amaya Amador retornó a Honduras, acompañado de su esposa Regina Arminda Funes, originaria de Córdoba, Argentina; en ese año ingresó a la redacción del diario El Cronista, de Alejandro Valladares, y fundó en Tegucigalpa, con Luis Manuel Zúniga, la revista Vistazo.
El Círculo Literario Hondureño le rindió un homenaje en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma en Tegucigalpa el 11 de noviembre de 1958, interviniendo en el acto el rector Lisandro Gálvez y los estudiantes universitarios Rafael Leiva Vivas, J. Delmer Urbizo y Oscar Acosta.
En esa oportunidad, Ramón Amaya Amador leyó un extenso discurso de agradecimiento en el que afirmaba que era la primera vez que en su patria recibía una honrosa distinción por sus trabajos en las letras y en la cultura. Este documento puede considerarse como su testamento literario.
El 19 de abril de 1959 abandonó Tegucigalpa junto a su esposa Arminda y sus pequeños hijos: Aixa Ixchel y Carlos Raúl, para radicarse en Praga, Checoslovaquia, integrando la plana de redacción de la revista Problemas de la Paz y el Socialismo.

El 24 de noviembre de 1966, en las cercanías de Bratislava, se accidentó el avión soviético Ilushyn-18, de la línea aérea búlgara Tabso, pereciendo todos sus ocupantes, entre ellos Ramón Amaya Amador y tres compañeros de trabajo en la revista que hemos mencionado: el brasileño Pedro Motta Lima, el argentino Alberto Ferrari y el japonés Sigho Kodzito.
Once años después y tras arduas gestiones iniciadas por el poeta hondureño Oscar Acosta (en ese entonces Embajador de Honduras en España) y que duraron cuatro años, se logró la repatriación de los restos mortales de Ramón Amaya Amador los que fueron enviados de Checoslovaquia a Madrid y luego trasladados a Tegucigalpa en septiembre de 1977, permaneciendo la urna con las cenizas de Amaya Amador en la Sección Colección Hondureña de la Biblioteca de la UNAH.
La comisión encargada del traslado estaba integrada por Oscar Acosta; Rigoberto Paredes, Jefe del Departamento de Letras y Lenguas de la Universidad Nacional de Autónoma de Honduras; Héctor Hernández, Presidente del Sindicato de Trabajadores de la UNAH; Alejandro Gutiérrez, Secretario General de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras, y Livio Ramírez Lozano, Agregado Cultural de la Embajada de Honduras en Madrid.
Sin embargo, la repatriación de los restos no impidió que durante casi una década más, sus obras fueran perseguidas. Debieron transcurrir otros catorce años para que el archivo principal con las obras inéditas de Ramón Amaya Amador escritas en su largo exilio pudiera regresar a Honduras.
En abril de 1991, en un acto solemne en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, el Presidente de la República, Lic. Rafael Leonardo Callejas, recibió a nombre del pueblo de Honduras, más de veinte títulos inéditos que fueron repatriados desde la Casa de las Américas, La Habana, Cuba a donde fueron llevados desde Praga, Checoslovaquia.
Esta vez las gestiones iniciadas por Carlos Amaya Fúnez, hijo del escritor, fueron respaldadas por una comisión integrada por Oswaldo Martínez y Neptalí Orellana de Radio Progreso, Juan Ramón Durán, Director de la Escuela de Periodismo de la UNAH, David Romero de Diario Tiempo, Adelma Argueta, Diario La Prensa y el Dr. Víctor Ramos; quienes lograron el apoyo del gobierno de la República para agilizar y facilitar el traslado de las obras.
Ocho años después, y treinta y dos después de muerto, su pueblo y su gente se movilizaron para llevar a su definitiva morada las cenizas del notable escritor de Olanchito.
Una comisión de olanchitos presidida por el Prof. Esaú Juárez González e integrada por el Prof. Fabio Bernardino Cárcamo, Director de la Casa de la Cultura de Olanchito, Juan Carlos Medina, Vicepresidente del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Standard Fruit Company; José Luis Bardales Cano; Rony Javier Cruz; Gustavo Sosa Martínez; Fernando Mac Lean; Geovana Spears; Santiago Manzanares; Raúl Cortes y Eduardo Manuel Cruz Martínez; organizó el retorno que tuvo lugar el 19 de mayo de 1999.

Desde 1966 se ha escrito mucho sobre la vida y obra de Ramón Amaya Amador, entre los que podemos mencionar a Dionisio Romero Narváez, el Prólogo de Longino Becerra aparecido en la 2ª edición de Prisión Verde, el ensayo biográfico de Max Sorto Batres, publicado por el Ministerio de Cultura y Turismo en 1990, y la extensa y documentada biografía realizada por su paisano Juan Ramón Martínez, que apareció bajo el sello de la Editorial Universitaria de la UNAH en 1995.

         Obras.
Prisión Verde (1945)
Amanecer (1947)
El indio Sánchez (1948)
Bajo el signo de la Paz (1953)
Constructores (1957)
El señor de la sierra (1957)
Los brujos de Ilamatepeque (1958)
Memorias de un canalla (1958)
Biografía de un machete (1959)
Destacamento rojo (1960)
El camino de mayo (1963)
Cipotes (1963)
Con la misma herradura (1963)
Jacinta Peralta (1964)
Operación gorila (1965)
Morazaneida (1966)
Libros Inéditos.
La molienda (1944)
La india del amor derrotado (1955)
Fronteras de caoba (1956)
Memorias de un canalla (1959)
Buscadores de botijas (1961)
Un aprendiz de mesías (1961)
Tierras bravas del coyol o cinchonero (1962)
El hombre embotellado (1965)
Tierra santa (1965)


Marco Histórico


Esta novela fue escrita en el año de 1963 en honduras por Ramon Amaya Amador en donde lo que el escritor quería dar su punto de vista sobre la vida en esa época en donde la vida era dura por que el país no estaba tan desarrollado como hoy en día reflejaba la pobreza, la inseguridad del país dando una visión para generaciones futuras para que se preparasen mejor, en la novela esta reflejado lo que en esos tiempos estaba ocurriendo en esa época.

Ramón Amaya amador, Plasmó en sus novelas los grandes conflictos de su época, así como su solidaridad e identificación con los intereses de los más pobres de su tierra. Actitud que le acarreó, tanto al escritor como a sus obras, la persecución por parte de gobiernos y empresas bananeras no sólo durante la mayor parte de su vida sino también después de muerto.


Cronología

En un atardecer de otoño numerosos mozalbetes de la ciudad se agrupan frente a la estatua ecuestre del General Francisco Morazán. En este lugar se da una pelea entre Folofo y Pachán que está defendiendo a su amigo Miguelito. Un chofer de taxi interviene dando fin a esta pelea, El chofer se aleja hacia uno de los automóviles de servicio que permanecen estacionando en el sector norte del parque.
  Folofo y Lalo continúan en el parque  ofreciendo lustrar zapatos por unos cuantos centavos. El parque central llamado Francisco Morazán es pequeño, provisto de algunos árboles que proporciona sombra a las banquetas de cemento, donde suelen sentarse  los capitalinos y es donde Folofo realiza el lustre de zapatos ya que allí permanecían todos los lustradores. Mientras la tarde se va desvaneciendo Folofo y Lalo avanzaron por la calle hacia el palacio legislativo ahora el congreso se encuentra en sesiones y los diputados son seguros clientes para los lustrabotas, pero el edificio se encuentra cerrado.
Folofo sigue la dirección de la mano de Lalo, que señala hacia las ramas de una acacia de la plazoleta La Merced, situada frente al Palacio Legislativo, el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma y la iglesia de La Merced de arquitectura colonial por allí se encuentran Folofo y Lalo se encuentran viendo unas golondrinas y Folofo saca su honda y se acerca de forma minuciosa para poder pegarle a la golondrina y termina matándola.
Cae la noche Folofo con su caja de lustrar colgada al hombro se dirige hacia el parque central se marcha hacia el puente Malló porque él vive en la cuartería de la Chivera, por el lado del cementerio, en Comayagüela. Se dirige al mercado Los Dolores en busca de su hermana Catica que trabaja vendiendo tortillas. Mientras que su madre en casa lucha con su enfermedad y que luego muere en el Hospital san Felipe.







Tiempo
El tiempo en la novela cipotes se puede determinar que sucede en tres etapas diferentes de los distintos tiempos:
El tiempo cronológico se puede observar que la historia fue relatada durante varias horas del día de los muchachos y su sufrir que pasan semanas hasta que folofo sea cobrador de bus y sus dos hermanos crezcan y así vayan superando la pérdida del familiar y esta historia se va contando en un tiempo presente y durante la década de 1960.





Recursos Literarios

La obra de los cipotes de Ramón Amaya Amador narra las frecuentes historias vividas de niños hondureños. Que Hoy en día es una buena historia para reflexionar en cuanto a la forma de vida que muchas tienen, las maneras en que muchos niños huérfanos y de escasos recursos  sufren la pérdida de un padre o la dura vida de las madres solteras que luchan por sacar adelante a sus hijos.
En este caso se trata de folofo y catica que trabajaban duramente para ayudar a su madre que sufría de cáncer  su pena era aun mayor al contemplar a su hijos aun menores sin apoyo efectivo luchando contra las necesidades y la miseria y que luego muere.
Catica trabajaba en el mercado los dolores, vendiendo tortillas es una niña delgada, descalza, con un vestido de saraza que en un tiempo fue azul llevaba delantal por lo que que ceñida su cintura parece más mujer, cuando o se pone de pie parece alta pero es por su delgadez, su cabello negro, lacio y largo, su voz es suave y parece triste pero la lumbre de sus ojos tiene mucho brillo, catica  tan solo tenía  13 años. Folofo tenía 10 años
 en la edad de asistir a la escuela pero él no tiene ese privilegio  junto a otros niños que se consideran hombres ya que a esa edad tiene muchas experiencia como hijos de la calle como sombras de hambre van pregonando por las acerar grises su servicio de lustrar, en el parque central y las calles  capitalinas han crecido su verdadero hogar esta en sus sitio y en los mil recodos de los callejones   de las ciudades gemelas, las sombras de los arboles su parque es su techo y los fríos bancos de cemento y las  aceras de los mercados que muchas veces utilizan como su cama

Figuras Literarias

Aliteración: Es la reiteración o repetición de sonidos (¡Ahora a la panza, Pachán!
La Onomatopeya: Es una figura retórica que consiste en utilizar palabras cuya pronunciación imita o sugiere sonidos naturales.
Son gritos acompañados de expresivos gestos de los muchachos lustrabotas que, haciendo rueda, presencian y animan a dos chicos empeñados en brava y dura pelea a puñetazos, puntapiés y mordiscos. Capítulo 1
La paranomasia: Es la utilización de palabras de significantes parecidos.
El significante es la forma de la palabra.
Para comer un helado, dulce o una paleta, hay que gastar dinero; mas, para darse el gusto de matar un pájaro, nada tienen que pagar (Capitulo 2)
Anáfora: (Procedente del latín “anaphora” y del griego “anáfora” que significa repetición) a la repetición de una palabra dos o más veces al inicio de una oración o a la repetición de un elemento de la oración utilizado pronombres indicativos como él, aquél, éste, ella, quien, aquella, ésta, etc. para referirse a algo o alguien ya mencionado con anticipación.
Sobre el murmullo de voces y ruidos se oyen los gritos modulados de los muchachos: ¡Lustre! ¡Lustre! (Capitulo 1)
El Epíteto: Es una figura retórica o figura literaria que consiste en el uso de adjetivos innecesarios que no añaden ninguna información suplementaria.
¿Por qué regresas hoy tan tarde, catica? ¡Te dejaste agarrar de la noche! (Capitulo6)
El Hipérbaton, Inversión o Transposición: Es una figura retórica que consiste en alterar el orden lógico de las palabras de una oración:
Era ya cerca del mediodía cuando regresaron del hospital  Casamata (Capitulo 11)

El Polisíndeton, Conjunción, Citología o Síntesis: es una figura retórica que consiste en la utilización de conjunciones innecesarias dentro de la oración:
Es mota y no tiene donde meterse, y yo de corazón blando, dispuse hacer esta caridad cristiana. ¡Aquí la tienes! Y, dirigiéndose a la muchacha: catica, esta es Sara mi nuera y a quien tienes que obedecer como si fuera a mí misma.   (Capitulo 23)

La Metáfora: es una figura retórica que consiste en identificar un término real (R) con otro imaginario (I) existiendo entre ambos una relación de semejanza.
… Catica se sentía como si en el pecho le florecieran jazmines… (Capitulo 27)

 La Hipérbole o Exageración: es una figura retórica o figura literaria que consiste en una exageración intencionada de le realidad que se expone.
Para agarrar el pescado! Son tendaladas ¡se mueren todos o se atontan, desde la más grande hasta la sardinitas. (Capitulo 9)





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